«Ya es ley. Ya se ha aprobado»

La ley de la eutanasia, aprobada el martes en el Congreso y tramitada en siete meses, entrará en vigor a partir del próximo mes de junio. 

“Ya está, ya es ley. Ya se ha aprobado, por fin”, exclamó Jaume Ramón, de la asociación Derecho a Morir Dignamente al conocer la noticia. El Congreso de los Diputados aprobó, finalmente, la ley de la eutanasia el pasado 18 de marzo. Una votación decisiva, con  202 votos a favor, 141 en contra y 2 abstenciones, que ha convertido a España en el quinto país del mundo en regularla, por detrás de Holanda, Bélgica, Luxemburgo y Canadá. Tramitada en apenas siete meses, la ley entrará en vigor a partir de junio en España y se convertirá en una nueva prestación del Sistema Nacional de Salud que podrán solicitar aquellas personas que padezcan una enfermedad grave o incurable con un sufrimiento físico o psíquico constante e intolerable.

Impulsada por el Partido Socialista, la norma trató de aprobarse en 2018 y 2019, pero el éxito no ha llegado hasta el tercer intento. A la tercera va la vencida. Con el único rechazo de Vox, la Unión del Pueblo Navarro y el Grupo Popular, la ley de la eutanasia ha sido aprobada por mayoría en la Cámara Baja. “Hoy es un día importante porque avanzamos en el reconocimiento de los derechos”, expresaba la ministra de Sanidad, Carolina Darias.

Darias también agradeció la labor de sus predecesores en el cargo, Salvador Illa y María Luisa Carcedo -una de las grandes impulsoras de la ley y autora intelectual de la misma-. Otros países también han tratado de regular la eutanasia pero sin un éxito rotundo. En Portugal, el Tribunal Constitucional se ha opuesto a la ley de la eutanasia, y en Colombia la práctica es legal, de acuerdo con una sentencia del Constitucional, pero no está reglamentada, al igual que en algunas partes de Estados Unidos y Australia. En Nueva Zelanda se prevé que la eutanasia comience su vigencia en noviembre.

«Mi vida es mía»

“Mi vida es mía”, “Morir en paz es un derecho”, “Por una ley de muerte voluntaria”. Así rezaban las pancartas de los integrantes de la Asociación Derecho a Morir Dignamente. Cerca de cincuenta de sus integrantes, en su mayoría de edad avanzada, aunque con algunos jóvenes entre sus miembros, se habían concentrado en la madrileña Puerta del Sol para seguir la votación y celebrar la posible victoria. A través de sus teléfonos móviles fueron testigos de cómo Meritxell Batet, presidenta del Congreso, anunciaba su aprobación.

Se desató la alegría. Ya era ley. Al grito de “eutanasia y libertad” sus ojos sonreían bajo las mascarillas. Emocionados, pero sin poder abrazarse debido al coronavirus, entonaban “Canto a la Libertad” de José Antonio Labordeta. “No nos lo creemos. Han sido tantos años, tantas promesas. Por fin”, expresaba Fernando Marín, vicepresidente de la asociación. “Un derecho no es una obligación. Esta ley nos hace mejores y más libres. Hay que recordar que la libertad no es un peligro”, destacaba Marín. Tras la aprobación, el líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, destacó la labor de la asociación en un tuit.

 

Los jóvenes, otro apoyo para ley

A mis 23 años, es esperanzador vivir pensando que cada vez seremos un poco más libres”, enfatizaba Jaume Ramón, coordinador del grupo en Madrid. “He vivido muy de cerca en mi familia lo que significa la voluntad de morir y, desde entonces, me lo he planteado como un objetivo de vida. A partir de ahora podremos acabar con nuestras vidas cuando lo creamos”, explicaba el joven. “La voluntad de vivir celebra la vida como un derecho, y no como una imposición

Eva Camps, miembro de la asociación, aseguraba haber conocido a muchas personas “inmersas en una enfermedad crónica, larga y con una mala calidad de vida”. “Para ellos no había solución, solo seguir viviendo con dolor y sufrimiento. Esta ley tiene garantías, protege a las personas y a las familias”, defendía.

Loren Fernández no cree que los detractores de la norma cambien de opinión una vez comience a ser efectiva. Incluso confesaba tener “miedo” a que un posible cambio de Gobierno trate de eliminarla. Pero, señalaba: “Lo bueno de esta ley es que vivimos en un país democrático. Podrán seguir viviendo el final de su vida como deseen, pero nosotros, por fin, podremos vivirlo cómo queramos”. “Creo que toda la gente que lucha por esto ha tenido un caso cercano que le hizo pensar lo que es el final de la vida. Cuando has vivido cosas muy duras, o la muerte de un familiar que muere en condiciones horribles, te empiezas a plantear cómo es esto del final de la vida. Te preguntas por qué no se habla de esto y por qué nosotros no podemos decidir cómo y cuándo queremos”, apuntalaba Fernández. 

En este audio, la celebración en directo de los manifestantes al conocer que la ley de la eutanasia había sido aprobada.

La manifestación de Puerta del Sol que aglomeró a unas 50 personas a favor de la eutanasia.
La manifestación de Puerta del Sol que aglomeró a unas 50 personas a favor de la eutanasia. Imagen propia.

Apoyos y rechazos

La aprobación llega tras una primera aprobación en el Pleno del Congreso el pasado mes de diciembre, cuando el proyecto tuvo un respaldo con 198 votos a favor, 138 en contra y dos abstenciones. PP, Vox y Unión del Pueblo Navarro también se opusieron a la ley en aquella ocasión. La ley de la eutanasia es una propuesta presentada por primera vez en 2017 por Unidas Podemos, y más tarde en 2018 por el PSOE. Según la última encuesta del portal de estudios de opinión Metroscopia, el 84% de los españoles está de acuerdo con la ley de la eutanasia, incluidos católicos practicantes y votantes de partidos más conservadores. La misma encuesta muestra que el 66% de los votantes de PP cree que un enfermo incurable tiene derecho a que los médicos le proporcionen un producto para poner fin a su vida sin dolor. Ya es una realidad. Ya es ley.

Las claves para entender la ley: ¿Cómo y cuándo se aplica la eutanasia?

En primer lugar, la eutanasia es “la acción por la que un profesional sanitario pone fin a la vida de un paciente de manera deliberada y a petición de este, cuando se produce dentro de un contexto eutanásico por causa de padecimiento grave, crónico o enfermedad grave e incurable, causantes de un sufrimiento intolerable”, de acuerdo con la ley orgánica en su exposición de motivos. El texto nombra las dos formas legales de eutanasia: “la administración directa al paciente de una sustancia por parte del profesional sanitario” y “la prescripción o suministro al paciente por parte del profesional sanitario de una sustancia, de manera que esta se la pueda autoadministrar, para causar su propia muerte”. 

Para poder solicitar la eutanasia es necesario, según la ley, “tener la nacionalidad española o residencia legal en España o certificado de empadronamiento que acredite un tiempo de permanencia en territorio español superior a 12 meses, tener mayoría de edad y ser capaz y consciente en el momento de la solicitud

Para confirmar que el interesado decide de forma libre, debe solicitar dos veces por escrito la eutanasia en un período separado por 15 días. Estos documentos deben garantizar que la decisión no es “resultado de ninguna presión externa”. Tras la primera solicitud, el médico realizará con el paciente “un proceso deliberativo sobre su diagnóstico, posibilidades terapéuticas y resultados esperables, así como sobre posibles cuidados paliativos, asegurándose de que comprende la información que se le facilita”. Después de esta primera reunión, el paciente debe confirmar su intención. Esta reunión entre el médico y el paciente debe repetirse tras la segunda solicitud. De esta forma, se alcanzan las cuatro veces en las que el paciente confirma su voluntad. Finalmente, la comisión de evaluación aprobará o no el procedimiento y el paciente deberá confirmar, por última vez, su intención.

¿Quién puede autorizar el proceso?

De acuerdo con la ley orgánica, el paciente debe tener el consentimiento de su médico, que pedirá opinión a un facultativo consultativo que no forme parte del “mismo equipo del médico responsable” pero que posea conocimientos “en el ámbito de las patologías que padece el paciente”. Seguidamente, la comisión de evaluación nombra a dos expertos que analizarán el caso y decidirán si el caso sigue adelante. Si no lo están, el pleno de la comisión podrá tomar esta decisión. Una vez se aprueba la petición, el médico responsable procederá a aplicar la eutanasia o facilitar el suicidio. En todo caso, el interesado podrá, en cualquier momento del proceso, cambiar su decisión y retrasar su aplicación todo lo que quiera.

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